Durante décadas se ha tratado el tema de la democracia en México, los planteamientos
cambiaron conforme se consolidaron instituciones, leyes, códigos y
reglamentos. Además, los hechos políticos y sociales constataron que durante los
últimos 25 años existieron avances y procesos pendientes. Por supuesto estamos
sobre una arena en la que se observa una participación ciudadana plural cada
vez más tolerante, valor fundamental en una democracia moderna, no es el único
tema en el que se posibilitaron avances. El empuje de movimientos surgidos de
la sociedad civil, que plantaron la urgencia del respeto y apertura de derechos
políticos, humanos y de género, concretaron reformas en el plano electoral,
probablemente el ámbito en el que se registraron más avances normativos. En un
país con una reciente participación electoral, que pareció efectiva en sus primeros
años con el Instituto Federal Electoral, se fue degradando en la percepción social
sobre la afectividad de su función dados los resultados de las dos últimas elecciones
presidenciales (2006 y 2012). La institución que sobresalió como un ejemplo del
avance democrático se encontró con las implicaciones de los partidos políticos e
incluso empresarios. En el presente trabajo se aborda la calidad de la democracia
y se cuestiona si es alcanzable o se trata de una mera utopía, los indicadores
propuestos permiten valorar lo anterior