La existencia de estaciones de radios religiosas es un fenómeno mundial que se acentúa en los
países de América Latina y que responde a una ausencia de alternativas para la comunicación.
México, como muchos países latinoamericanos, se rige por leyes que favorecen a los grandes
consorcios mediáticos, cerrando el paso y toda posibilidad a las estaciones de radio de proyectos
ciudadanos como lo son las radios comunitarias, las piratas, las rebeldes y las religiosas, que
ante la dificultad de conseguir un permiso, operan en la ilegalidad.
El surgimiento de estas estaciones radiofónicas se deriva del fácil acceso que ofrece Internet y el
mínimo equipo que requieren para operar, reflejándose en la creciente aparición de estaciones de
radio no autorizadas, que rebasa en número a las permisionadas y concesionadas por el gobierno
mexicano. Este hecho ha modificado radicalmente el escenario radiofónico del país,
especialmente en el Estado de Chiapas, que registra la mayor incidencia de emisoras no
permisionadas ni concesionadas en los últimos cinco años.
En el grupo de estaciones que operan sin permiso se encuentran las radios religiosas. Su
situación legal las ha mantenido en un vaivén entre lo político y lo social, a la voluntad de los
gobiernos en turno y que, a diferencia de las estaciones comerciales, se sostienen de la “ofrenda
de amor” de sus fieles.
Las emisoras religiosas se encuentran en zonas de alta población indígena, como reflejo de la
propagación religiosa que se ha presentado en esas comunidades y que a partir de los registros
que ofrece el estudio, llegan a una cuarentena; esto representa una tercera parte del universo de
frecuencias clandestinas que reconocen las autoridades mexicanas para esa entidad limítrofe.
Este fenómeno tiene un importante valor para la investigación, pues permite documentar la
presencia y reconocimiento que poseen las radios no autorizadas y la persecución que han
sufrido por parte del gobierno.