Se entrevistó a 7.505 hondureñas de 15 a 49 años de edad para la Encuesta Nacional de Epidemiología y Salud Familiar de 1996. Los hogares tenían un promedio de 6,5 miembros. El 53% de la población era rural, el 12% de las mujeres eran analfabetas y el 58% vivían en unión. El 69% de los hogares tenía agua potable, pero sólo el 31% tenía cañerías y el 53% tenía electricidad. El 74% tenía radios y el 44% televisores. La tasa de fecundidad total correspondiente a 1993-95 fue de 4,9. El número promedio ideal de hijos era de 3,0. La tasa de fecundidad total y el tamaño deseado de la familia eran, respectivamente, de 6,3 y 3,3 en las mujeres rurales y de 7 y 3,7 en las analfabetas. El 12,3% de los nacimientos en los 5 años anteriores habían sido no deseados. El 44% de las mujeres fecundas en unión de 15 a 44 años de edad no querían tener más hijos. El 50% de las fecundas en unión usaban un método anticonceptivo, lo cual representa un aumento comparado con el 47% en 1991-92. El 41% usaba métodos modernos. Aproximadamente 20% de las mujeres en unión estaban esterilizadas. Se calculó que el 11% de las mujeres de 15 a 44 años de edad tenían necesidades de planificación familiar insatisfechas. La tasa de mortalidad infantil se calculó en 42/1000 nacimientos vivos en 1993. El 84% de las mujeres que dieron a luz en los 5 años anteriores habían tenido por lo menos una visita prenatal, y el 54% de los nacimientos ocurrieron en centros de salud. La duración promedio del amamantamiento fue de 17 meses, y el amamantamiento exclusivo de 2,1 meses. En las dos semanas anteriores, el 19% de los niños menores de 5 años habían tenido diarrea, para la cual el 30% de ellos recibió terapia de rehidratación oral; el 39% tenía infección respiratoria aguda, para la cual el 91% recibió algún tipo de tratamiento. Sólo el 2,3% de los niños menores de 5 años fueron vacunados completamente. Sólo el 41% de las mujeres de 15 a 44 años de edad podían mencionar espontáneamente dos o más medidas para evitar la infección por el VIH, y sólo el 36% de las mujeres que conocían los condones creían que éstos serían eficaces para prevenir el SIDA.