Abstract |
La lactancia materna ha sido reconocida como una etapa del proceso reproductivo femenino cuya práctica ofrece beneficios tanto para la salud del recién nacido como para la madre [1]. Es conocida como el método de alimentación más accesible y completo, por contener los nutrientes adecuados y los componentes inmunológicos que el niño necesita durante los primeros meses de vida [2, 3]. Debido a los beneficios mostrados por las evidencias, organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud han recomendado lactar los niños exclusivamente hasta los seis meses, con incorporación de otros alimentos desde esta edad hasta los dos años [4, 5]. Pero pese a las recomendaciones, su práctica permanece por debajo de las mismas, como lo mostró el informe sobre la situación mundial de la infancia realizado en el 2006, en donde tan solo el 36% de los niños menores de seis meses eran alimentados exclusivamente con leche materna [6]; situación no muy lejana a la de nuestro país, como lo mostró la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) 2010, donde se encontró que la lactancia materna exclusiva en menores de seis meses fue de 42,8% [7], mostrando disminución con respecto a las cifras de la ends 2005 [8]. |