Desde finales de los años ochenta, en Colombia, como en el resto del mundo se comenzó a
hablar de la apertura como una forma de expresar el fenómeno universal que el capitalismo
presentaba en esta fase específica de su desarrollo. Esto implicaba un centro único de poder
político dominante, sin la presencia de otro punto de equilibrio, papel que en el inmediato
pasado y hasta aquel entonces había desempeñado la Unión Soviética, secundada por la
República Popular China y los vestigios del socialismo sobreviviente que permanecían
vigentes en países como Cuba, Albania y Yugoslavia, este último cuya independencia frente a
la Unión Soviética pudo mantenerse hasta la muerte de Tito.