En Jalisco, la municipalización en el siglo xx era vista como una concesión de favores políticos que iban a engrosar bolsillos de caciques regionales; la imposición de decisiones de un gobernador omnipotente con un congreso que sólo asentía sus decisiones. Sin embargo, no todos los pueblos que se hicieron municipios en el siglo xx respondieron a estas cuestiones; de alguna u otra manera el proceso de municipalización involucró la participación de actores locales y fue, con todas las limitaciones del caso, una de las primeras formas de acción colectiva de una más o menos sociedad civil organizada. Eran demandas surgidas de una población medianamente organizada que se las tenía que ver para negociar, cabildear, su municipalización.