Conflicto esmeraldifero en el Occidente de Boyaca

Type Working Paper
Title Conflicto esmeraldifero en el Occidente de Boyaca
Author(s)
Publication (Day/Month/Year) 1996
URL http://www.geocities.ws/adolfopolo2004/conflicto.pdf
Abstract
En sucesivos enfrentamientos, alternados con pacificaciones transitorias, la región esmeraldífera
del Occidente de Boyacá, ha padecido desde la década de los 70 una violencia motivada
principalmente por el control de la explotación de las minas de Muzo, Quípama, Coscuez y Peñas
Blancas, como resultado de la cual se conformaron y fortalecieron dos grupos antagónicos cada
vez mejor definidos.
En estos enfrentamientos pueden distinguirse tres grandes fases que son comúnmente conocidas
en la región como las “Guerras de las Esmeraldas”. La primera, entre los años 1970 y 1973, fue
definida con la captura del “Ganso” Ariza y su grupo; luego de una precaria paz, se presentó la
segunda fase, entre los años 1976 y 1977, que concluyó con la firma de un acuerdo formal de
paz, avalado por las autoridades eclesiásticas, civiles y militares, así como por los líderes
regionales; y la tercera, caracterizada por haber sido la más cruenta y prolongada y por haber
contado con nuevos actores ajenos a la región, tales como la guerrilla y el narcotráfico, y ocurrió
entre los años 1984 y 1990.
A mediados de 1990, existían dos bloques de fuerzas relativamente equilibradas, ambos
organizados con precisos rangos de jerarquía y liderazgo, y ejercían dominio y control absoluto
sobre territorios determinados: el uno sobre la mina de Coscuez y los municipios de Pauna,
Maripí, Briceño y Tununguá; el otro sobre las minas de Muzo-Quípama y Peñas Blancas y los
municipios de Otanche, San Pablo de Borbur, Muzo y Quípama. Además ambos bandos poseían
grandes recursos económicos, sofisticados equipos de comunicación y armamento, vehículos
terrestres y aéreos, y disponían de un pie de fuerza permanente de no menos de 300 hombresarma
cada uno, con entrenamiento y la posibilidad de reclutamiento inmediato de varios
centenares más, así como comandos de acción en Chiquinquirá y Bogotá, de ágil desplazamiento
a cualquier parte del País, encargados de actos depredadores y ataques contra colaboracionistas
y simpatizantes del grupo contrario. Tal equilibrio relativo de fuerzas impedía un triunfo definitivo y
contundente del uno sobre el otro.

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