Mujeres trabajando. Una exploración al valor del trabajo y la calidad del empleo en Chile.

Type Working Paper
Title Mujeres trabajando. Una exploración al valor del trabajo y la calidad del empleo en Chile.
Author(s)
Publication (Day/Month/Year) 2015
Abstract
De acuerdo a la información disponible por los organismos públicos, se puede concluir que en Chile,
existe un brecha salarial de género en contra de las mujeres. El presente estudio da cuenta de ello, e
incluye un análisis detallado del actual momento de las mujeres en el mundo del trabajo.
A continuación, se detallan los resultados más importantes:
La participación de las mujeres en la fuerza de trabajo se ha incrementado desde los años
90, aunque siguiendo de lejos la tendencia latinoamericana. A principios de la década de los
90’ la participación laboral femenina era cercana al 30 %, y actualmente, tan sólo el 48,3 %
de las mujeres en edad de trabajar está económicamente activa (forma parte de la fuerza de
trabajo). La principal razón por la que las mujeres permanecen inactivas es la dedicación a los
quehaceres de su hogar (37 %).
El 46,5 % de las mujeres se encuentra ocupada y la tasa de desempleo alcanza el 6,97 %. El
desempleo ha afectado levemente más a las mujeres que a los hombres en los últimos 20
años. La tasa de desempleo integral para las mujeres llegó a un 12,9 % en el trimestre octubrediciembre
de 2014, mientras que para los hombres estuvo muy por debajo con un 9,3 %. Esta
diferencia se debe al mayor número de mujeres desalentadas y subempleadas.
Existen diferencias en la ocupación entre hombres y mujeres. La mayoría de los empleadores
(77 %) y trabajadores por cuenta propia (59,3 %) son hombres; mientras, el 97 % de las trabajadoras
de servicio doméstico son mujeres y el 70 % de las ocupadas como familiares no
remuneradas (trabajan, por ejemplo, ayudando en el almacén de un familiar sin recibir un
pago) son mujeres.
Los oficios de hombres y mujeres se diferencian por roles tradicionales de género que se
reproducen en la estructura de empleo. El área de servicios es la más feminizada (casi el 70 %
son mujeres); por su parte, los oficios más masculinizados son las operaciones de instalaciones
y máquinas (93,5 % de hombres). En el poder Ejecutivo, Cuerpos Legislativos y Directivos, sólo
un 31,5 % son mujeres, reflejo de lo que se conoce como “discriminación vertical”, en tanto
las mujeres suelen ocupar en mucha menor medida que los hombres puestos de poder.
Si se observan los empleos creados en los últimos 5 años, se tiene que un 60,9 % del total del
empleo femenino presenta una inserción endeble (es decir, se crea en la economía informal).
En el caso de los hombres, un 47,8 % del total del empleo creado tiene estas características.
La distribución de los ingresos de las mujeres se ve fuertemente condicionada por el valor del
salario mínimo, de manera que un 74 % de las mujeres trabajadoras gana menos de $350.000
pesos líquidos.
El 15 % de las chilenas se encuentra bajo la línea de la pobreza. Esto se agrava si quitamos
distintos aportes externos al trabajo (pensiones, subsidios, etc.). Sin subsidios ni alquiler
imputado (precio estimado que el propietario de la vivienda pagaría si fuese inquilino de
la misma), el 31,3 % de las mujeres estaría bajo la pobreza.
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Además, al analizar la brecha salarial en el ingreso promedio de la ocupación principal se
observa una activa presencia de discriminación en contra de las mujeres. Controlando los
efectos del sector económico, oficio, categoría ocupacional, región y tamaño de empresa, las
mujeres perciben un 17,2 % menos que los hombres.
Al aislar los componentes de la brecha salarial, se observa que la subvaloración (discriminación)
que hace el mercado del trabajo respecto a las capacidades productivas de las mujeres es aún
mayor que la brecha salarial. Los datos muestran que esta discriminación anula la mayor
dotación de capital humano de las mujeres, aumentando la brecha salarial a un 21,4 %.
El nivel de sindicalización en Chile es muy bajo (14,2 %) y más alto entre hombres que mujeres.
Desde el año 2002, la diferencia de sindicalización entre ambos se ha ido reduciendo. En 2013,
las mujeres sindicalizadas eran el 12,7 % de las ocupadas.
Las desigualdades existentes en el mundo del trabajo acaban impactando el nivel de vida postlaboral.
De las pensiones pagadas por las AFP, un 93,1 % de las mujeres recibe una pensión por
vejez (retiro programado) de $147.763 o menos. Para los hombres este porcentaje es de un
87,3 %.

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