Lo visto y no visto de una región. En la preparación de la
primera visita del trabajo de campo en Arauca dos imágenes
estaban muy presentes. La primera, es que esta región
del país se conoce como una zona conflictiva en donde la
bonanza petrolera de los últimos veinte años se juntaba
con un escalamiento de los problemas de orden público. El
crecimiento del ELN desde la década de los años ochenta
en adelante y la posterior expansión también de las FARC y
de grupos paramilitares hacían que la zona se reconociera
como peligrosa y problemática. La voladura periódica del
oleoducto y la presencia en los primeros lugares de las cifras
criminalidad en ese periodo tampoco ayudaban en mucho.
La segunda imagen, la entregaban los mismos datos macro
del departamento. Con el 2014 se completan siete años
de crecimiento negativo de la economía, una tendencia
francamente desalentadora. Si a lo anterior le agregamos
el impacto que genera el cierre de la frontera por parte de
Venezuela se esperaba encontrar una ciudad capital postrada
con serios problemas de desempleo, llegada de migrantes y
una actividad económica informal en expansión.